viernes, 23 de enero de 2009

01. Comportamiento en espectáculos de música popular.

Las luces se apagaron y la gente se agitó en el estadio repleto. Y allí estaba nuestro héroe; Rúben Mangialavoro; rosarino de nacimiento, Canalla de religión, como tantas veces había respondido, seca y convincentemente, a quienes le preguntaran.
Rúben casi nunca salía a ninguna parte sin su camiseta de Rosario Central. Era como un tatuaje abastonado que cubría completamente su torso. En su entorno cundía la improbable sospecha, solamente atribuible a la buena fé de sus amigos y familiares, de que se la sacaba solamente para lavarla, si acaso lo hacía.
El lector puede deducir con facilidad que a Rúben le resultaba imposible disociar su pasión por Rosario Central del resto de sus actividades diarias. Todo, o casi todo lo que sucediera en su vida convergía en el club rosarino o, en las contadas ocasiones en las que no convergía... digamos que seguramente lo tocaba en algún punto.

Ese show de Elton John no fue la excepción.

Desde el principio, varias personas que tuvieron el dudoso privilegio de ver el espectáculo en las ubicaciones contiguas a la de Rúben fueron azorados espectadores de sus arengas, del estilo de: "El que no canta es de Boy George", "Canten pingüinos Putos" o "Elton no abandona".

No obstante y sin lugar a dudas, su pináculo creativo de la noche fue la entonación de la siguiente canción:

Vamos, vamos a alentar
ponga huevo y corazón
Elton vos sos mi pasión
sos el más grande, Elton John


Como suele suceder a los genios, los esfuerzos de Rúben por contagiar a sus ocasionales compañeros de velada fueron incomprendidos, aunque sin él saberlo ni importarle, ya que su misión era más grande que la vida misma y su corazón estaba lleno hasta el borde de Elton John y de Rosario Central.